Las dimensiones de la situación actual de Siria son difíciles de conmensurar y sus consecuencias se sentirán durante mucho tiempo. Hoy, ocho años después del comienzo de la guerra, prácticamente cada uno de los actores armados continúa ejerciendo presión.
A comienzos de 2011, los ciudadanos sirios salieron a la calle a protestar y a exigir mayores libertades democráticas al gobierno. Esto marcó el inicio del conflicto, pero desde el 2015, tras la intervención internacional, el escenario empeoró. Desde entonces, el territorio sirio ha presenciado una guerra de múltiples frentes entre el gobierno, países vecinos, potencias extranjeras y ejércitos internos. Mientras las víctimas, por supuesto, son la población civil.
En muy poco tiempo, Siria pasó de ser un país próspero del Medio Oriente a estar casi completamente destruido. En este tiempo, más de medio millón de personas ha muerto y de sus casi 19 millones de habitantes, se estima que más de 13 millones han sido desplazados. De estos, más de seis millones son desplazados internos, y el resto está principalmente distribuido en los países vecinos, en especial Turquía, Líbano y Jordania. En la actualidad, los sirios son la población de desplazados más numerosa del mundo. Solo desde diciembre del 2017, más de 300 mil sirios han sido desplazados en la provincia de Idlib.
En todos estos años de conflicto, las infraestructuras viales, educativas y hospitalarias del país se encuentran destruidas en un alto porcentaje, dificultando el acceso a la salud, la educación y la movilidad general. Esto ha contribuido al empeoramiento de las condiciones de salud reflejado en el surgimiento de enfermedades transmisibles. Así, enfermedades antes controladas como la poliomielitis, la fiebre tifoidea y la disentería han resurgido y plantean serias amenazas, especialmente en las zonas rurales donde el personal médico capacitado, la medicina y los equipos son aun más escasos. También, este crudo conflicto ha ocasionado un impacto psicológico de grandes proporciones donde tanto los niños como los adultos deben vivir con estrés postraumático causado por la guerra.
En la FEP queremos ser partícipes del mejoramiento de las condiciones de vida de los millones de refugiados sirios. Para ello, es muy importante aunar esfuerzos en el fortalecimiento de las instalaciones de salud, el abastecimiento de medicamentos primarios y la asistencia psicológica especializada.
A través de los campos de refugiados en Jordania, Zaatari, Rukban y Hadallat, y en Líbano, en el Valle de Bekaa y las afueras de Beirut donde los muchos asentamientos informales demandan asistencia con urgencia, queremos ayudar a suplir las continuas demandas de material médico primario y la asistencia de especialistas en salud mental. En la FEP dependemos exclusivamente de sus donaciones para seguir adelante, siendo bienvenidas las donaciones en dinero, medicamentos o equipos de salud.
El conflicto armado en Siria ha devastado los hogares y los medios de vida de innumerables personas en todo el país. En una guerra en la que todos pierden, las comunidades y las familias se separan y millones se ven obligados a huir de sus tierras ancestrales para buscar refugio en zonas más seguras del país, en los campos de refugiados y ciudades de países vecinos, o en continentes distantes a los que se llega a través de arduos y precarios viajes El escenario constantemente cambiante e impredecible de la política internacional significa que la estabilidad, la seguridad y el bienestar están muy lejos para el pueblo de Siria. Con la destrucción de la infraestructura, los servicios básicos de salud y el colapso del saneamiento, evitan el tratamiento adecuado y exponen a las personas a enfermedades infecciosas.
Fundación Europa Paz se compromete a proporcionar medicamentos y equipos médicos a los sirios en el país y en las vecinas Jordania, Turquía y Líbano en un esfuerzo por abordar la crisis de salud que afecta a millones de personas. Los servicios y la seguridad alimentaria se han derrumbado, dejando a una población vulnerable a enfermedades contagiosas y a la falta de tratamientos. Los afectados por el conflicto, especialmente los niños y las madres, padecen enfermedades tratables, desnutrición y traumas. Estos problemas requieren el apoyo sostenido durante años para remediar el dolor y restaurar la salud.
La Fundación Europa Paz sigue el principio de acceso a la ayuda humanitaria para todas las personas y hace un llamamiento a las partes relevantes para que levanten los embargos y las sanciones que restringen los suministros médicos. Los sirios no pueden pagar el precio de los medicamentos importados y su industria farmacéutica nacional tardará años en recuperar la capacidad de satisfacer las necesidades del país. La salud es la base subyacente de una sociedad pacífica y productiva. Sin servicios de salud y medicamentos, las comunidades no pueden prosperar ni recuperarse del conflicto.
La ciudad de Alepo, en el norte de Siria, quedó atrapada en un brutal punto muerto de cuatro años.
Fue el campo de batalla en la guerra entre las fuerzas leales al presidente Bashar al-Assad y los rebeldes que buscanban derrocarlo.
El 15 de diciembre de 2016, las partes en conflicto llegaron a un acuerdo para poner fin a los combates, y el 22 de diciembre el gobierno declaró el control total de la ciudad después de las evacuaciones.
Históricamente, Alepo es una de las ciudades más importantes de Siria. Alguna vez fue la ciudad más grande, con una población de aproximadamente 2,3 millones. También fue el centro industrial y financiero del país.
Siendo un campo de batalla para la guerra civil, el sistema de salud se ha derrumbado en Alepo. Varios ataques con cohetes y bombas han ocurrido en el área, desmoronando el sistema de salud de las personas, entre otros. La infraestructura de la ciudad ya ha sufrido daños significativos, incluido el suministro principal de agua, lo que ha dejado a los civiles confiando en el agua embotellada.
La situación del virus en todo el planeta está empeorando las posibilidades de que la gente de Alepo pueda acceder a las necesidades básicas. Tales como: educación, salud, electricidad y agua.
I. Garantizar asistencia médica preventiva.
II Proporcionar una ambulancia para cada puesto de salud.
III. Desarrollo del sector salud.
El colapso del sistema de salud pública de Siria ha limitado el acceso a la inmunización contra enfermedades comunes y la falta de saneamiento y agua limpia abren la amenaza de contagio. Enfermedades previamente controladas como la poliomielitis, la fiebre tifoidea y la disentería han resurgido y plantean serias amenazas, especialmente en las zonas rurales donde el personal médico capacitado, la medicina y el equipo son escasos. Antes de la guerra, Siria tenía un sistema de salud pública desarrollado y la mayoría de los productos farmacéuticos se producían a nivel nacional, especialmente en las afueras de Alepo, como fue el caso de gran parte de la producción industrial de Siria. La producción también incluyó suministros comunes como vitaminas, desinfectantes y suministros de primeros auxilios esterilizados.
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