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Aarón Salas Saiz

Desde que los talibanes volvieron al poder en Afganistán en 2021, el aumento de las restricciones de diversa índole ha sido latente incluso afectando a ámbitos culturales como el musical. Se han sucedido las publicaciones de fotos en las que se veía a un grupo de talibanes quemando tanto instrumentos tradicionales como una guitarra o un tambor, hasta equipos modernos de amplificadores y altavoces. Estas hogueras de quema se han convertido en algo frecuente, destacando una en la que los instrumentos fueron incautados de lugares de celebración de bodas.

Los talibanes llevan a cabo la quema de instrumentos bajo la afirmación de que la música corrompe la moral. Esto no es un hecho nuevo, ya que desde 1990 hasta 2001, el primero gobierno talibán llevó a cabo una censura similar de la música en Afganistán, pero en todos los niveles, social, televisión y radio. Todas las restricciones proceden de la estricta interpretación que hacen los talibanes de la ley islámica. En el caso de la música, pese a la evolución que esta tuvo en el país desde 2001, son muchos los músicos y cantantes perseguidos y agredidos que se han visto obligados a huir del país.

El fundador del Instituto de Música de Afganistán habla del sufrimiento de un vandalismo y genocidio musical, negando al pueblo afgano la libertad artística. Y este hecho es solo un pequeño ejemplo del sufrimiento al que está sometido todo el país bajo el poder talibán.

Desde la Fundación Europa Paz insistimos en la necesidad de respetar los derechos humanos fundamentales, como es el derecho a la libertad, el cual es necesario y vital para las personas.

01/08/23