La mayor parte de los enfrentamientos se detuvieron en el oeste y norte de Siria el sábado y Rusia interrumpió sus ataques aéreos, bajo un cese de hostilidades que Naciones Unidas calificó como la mejor esperanza para la paz desde que la guerra civil comenzó hace cinco años.
Bajo un acuerdo ruso-estadounidense aceptado por el gobierno sirio del presidente Bashar al-Assad y muchos de sus enemigos, los enfrentamientos deben detenerse para que la ayuda pueda llegar a los civiles y para poder iniciar conversaciones destinadas a poner fin a una guerra que ha dejado más de 250.000 muertos y 11 millones de personas sin hogar.
Rusia, que dice busca continuar los ataques contra áreas controladas por combatientes islámicos que no están incluidos por la tregua, dijo que suspendería todos los vuelos sobre Siria durante el sábado para asegurar que no se ataquen blancos incorrectos por error.
Un comandante rebelde sirio dijo que los bombardeos del gobierno se habían detenido en algunas partes de Siria, pero que continuaban en otras, en lo que describió como una violación que podría poner fin al acuerdo.
La tregua es la finalización de nuevos esfuerzos diplomáticos que reflejan un campo de batalla dramáticamente cambiado desde que Rusia se unió en septiembre a la guerra con ataques aéreos para apoyar a Asad.
La intervención de Moscú destruyó efectivamente la esperanza que sus enemigos habían mantenido durante cinco años, alentada por países árabes y occidentales, de derrocar a Asad.
El acuerdo es el primero de su tipo en cuatro años y, si se respetara, podría ser el más exitoso en la guerra hasta el momento.
Pero hay puntos débiles en un pacto frágil que no fue firmado directamente por las partes enfrentadas en Siria y que es menos vinculante que un cese al fuego formal. Además, la tregua no alcanza a grupos yihadistas poderosos como Estado Islámico y el Frente Nusra, el brazo de al-Qaeda en Siria.
– Reuters